domingo, 22 de febrero de 2009

¡Qué costumbre tan salvaje esa de enterrar a los muertos!




Poema de Jaime Sabines

¡Qué costumbre tan salvaje esta de enterrar a los muertos! ¡de
matarlos, de aniquilarlos, de borrarlos de la tierra! Es tratarlos
alevosamente, es negarles la posibilidad de revivir.

Yo siempre estoy esperando que los muertos se levanten, que
rompan el ataúd y digan alegremente: ¿por qué lloras?

Por eso me sobrecoge el entierro. Aseguran las tapas de la caja, la
introducen, le ponen lajas encima, y luego tierra, tras, tras, tras,
paletada tras paletada, terrones, polvo, piedras, apisonando,
amacizando, ahí te quedas, de aquí ya no sales.

Me dan risa, luego, las coronas, las flores, el llanto, los besos
derramados. Es una burla: ¿para qué lo enterraron?, ¿por qué no lo
dejaron fuera hasta secarse, hasta que nos hablaran sus huesos de
su muerte? ¿O por qué no quemarlo, o darlo a los animales, o
tirarlo a un río?

Habría de tener una casa de reposo para los muertos, ventilada,
limpia, con música y con agua corriente. Lo menos dos o tres, cada
día, se levantarían a vivir.

~Jaime Sabines

Los neandertales enterraban a sus muertos

Los hombres de Neanderthal tenían el cerebro de mayor y además realizaban una actividad novedosa: enterraban a sus muertos
Algún propósito ritual o simbólico puede ser encontrado en los bloques de piedra encontrados en las tumbas neandertales, junto con comida, herramientas y la posición flexionada del cuerpo. F. Clark Howell cree que
“la evidencia de esta fuente indica claramente que el Hombre de Neandertal creía en la vida después de la muerte y que ésta no era probablemente distinta a la vida sobre la tierra, ya que parece que trataba de ayudar a los muertos en su camino con herramientas y comida. La vida misma parece haber sido vista como una clase de sueño, puesto que los cadáveres estaban cuidadosamente dispuestos como si estuvieran durmiendo (Howell 1965:130).
En contraste con la creencia de que los neandertales enterraban a sus muertos por razones personales y simbólicas, algunos paleoantropólogos todavía dudan de esta teoría. Argumentan “que los neandertales enterraban a sus muertos sólo evitar a los animales carroñeros y eliminar el olor” (Rudavski 1991:44). Estos críticos alegan que varias muestras de polen del enterramiento de Shanidar podían haber llegado a la tumba arrastradas por el viento, los pies de los dolientes “o incluso de miembros iraquíes del equipo de excavación que llevaran flores entre los pliegues de sus fajines” (Johanson and Edgar 1996:100).
Robert H. Gargett, graduado por la Universidad de California en Berkeley, creía que todos los enterramientos neandertales conocidos podían explicarse por procesos naturales de preservación. Gargett argumentó que los diferentes grados de conservación de los restos pueden ser debidos a la geología y no a la compasión humana (Benditt 1989). Los esqueletos más completos fueron encontrados en cuevas, en las que el enterramiento puede haber sido provocado por causas naturales. Por ejemplo, en La-Chapelle-aux-Saints, la tumba del “Anciano” puede haber sido causada por la acción disolvente del agua sobre el suelo de piedra caliza de la cueva. Gargett también afirma que los nueve montículos de La Ferassie pueden haber sido creados también por fuerzas naturales. Sugiere que pueden haberse formado “debido a la acción del hielo, que puede crear montoncitos geometricamente moldeados” (Benditt 1989:32). Por consiguiente, Gargett es muy escéptico sobre la mayoría de los enterramientos neandertales.

Por el contrario, los antropólogos Philip Chase y Harold Dibble creen que “enterramientos deliberadois estñan clarmente presentes, pero no hay señales obvias de rituales” (Chase and Dibble 1987:276). Según ambos autores, las túmbas del Paleolítico Medio solo contienen objetos de uso diario lo que obliga a plantear la cuestión de si los mismos reflejan algúna ceremonia simbólica o ritual antes del enterramiento. La mayor parte de las sepulturas están localizadas en áreas de ocupación de los yacimientos y los objetos relevantes de estos enterramientos no pueden distinguirse de los artefactos encontrados en el resto del área. Un ejemplo de ellos es el yacimiento de Teshik-Tash. Aunque parece que la tumba del joven neandertal estaba circundada por un anillo de cuernos de cabra montés, estas muestras fueron encontradas por todas partes en el yacimiento, adornando una gran extensión con restos de animales. Chase and Dibble concluyen que:

“Podemos, por consiguiente, esperar alguna asociación con la sepultura simplemente debida a la distribución aleatoria de los restos de estas especies a lo largo del yacimiento. Pero tal asociación podría no implicar una conducta significativa. En segundo lugar, la asociación entre el hueso de cabra y la sepultura no es tan fuerte. En el momento del descubrimiento sólo la calavera estaba situada en el interior de la concentración de cuernos y la parte poscraneal yacía más allá. Esta dispersión de los huesos sugiere la intervención de un predador... Incluso si el núcleo de cuernos fuera alguna vez asociado con las sepulturas, la asociación podría haber sido pragmática más bien que ritual: los cuernos pueden haber sido usados simplemente como picos para excavar la tumba . (Chase and Dibble 1987:276). Por consiguiente, para que las tumbas sean verdaderamente simbólicas y rituales de “una religión o creencia en otra vida, los objetos de la tumba deben exhibir algunos caracteres especiales aparte de los que se pueden encontrar en cualquier parte del yacimiento”, como en las sepulturas del Paleolítico Superior (Chase and Dibble 1987:274).

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