lunes, 26 de julio de 2010

La parábola de la mujer preñada


Rafael Poleo

*** Como era previsible para alguien que supiera lo que Chávez ignora, una operación magistral de Uribe y Santos, con visto bueno de Obama, ha puesto en evidencia a Chávez y lo ha dejado en manos de Estados Unidos.

*** La noche del viernes, al pedirle a la guerrilla que abandone la línea de violencia, Chávez conjuró la posibilidad de que le aplicaran la regla de Noriega, pero ahora falta que la guerrilla le haga caso. Si se lo hace, Chávez -¡qué ironía!- pasaría a ser el hombre que acabó con la guerrilla colombiana.

Ante todo, tengamos en cuenta que se trata de una acción coordinada. Ni Santos ni Obama ignoraban que Uribe haría las denuncias contra Chávez. Ni Chávez ignora que Santos y Obama han estado totalmente de acuerdo en la operación para ensabanarlo, poniéndole en evidencia ante el mundo y potenciando hasta el punto de melcocha el rechazo y la alarma que en el mundo que cuenta hay por los planes del eje Teherán-Habana-Caracas. Modo de justificar un panameñazo.

Chávez bajó la cabeza el viernes en la noche, y aunque aún falta que realmente eche a las guerrillas, lo del panameñazo ya no se justifica. Pero, merced a las denuncias, Uribe a Santos le entrega un Chávez acorralado. Santos le dirá a Chávez que él bien quisiera retirar la denuncia, pero no le es posible porque el Presidente de Colombia no puede desautorizar a Colombia. Como en “Canaima”, la novela de Gallegos, Santos será Bellorín el Malo, que es Uribe. Por supuesto, los dos vellorines actúan de acuerdo: tú lo ablandas y yo cobro. Todo el mundo sabe que eso es así pero la verdad convencional, la que se manejará en el teatro de la OEA y después en el de la ONU, será la de que Santos no sabía nada y Obama estaba comprando kerosén.

Chávez está simple y redondamente atrapado por la habilidad de los colombianos. No es sólo que Colombia tiene los políticos y estadistas más capaces del continente, sin excluir a Estados Unidos. Es que además la posición de Chávez era insostenible. Hay cosas que no se pueden hacer, y que si te las dejan hacer es porque después las usarán para fregarte. Chávez lo ha visto ahora, según muestra su sorprendente declaración del viernes en la noche, producida bajo la evidente presión de los hechos. Son palabras que borran toda la fanfarronería de horas anteriores. Leamos:

“Las guerrillas colombianas deberían reconsiderar su estrategia armada”… “El mundo de hoy no es el mismo de los años sesenta”… “Creo que no hay condiciones para que ellos (la guerrilla) en un plazo previsible puedan tomar el poder, en cambio se han convertido en la principal excusa del imperio para penetrar Colombia a fondo y desde ahí agredir a Venezuela, a Ecuador, a Nicaragua, a Cuba”.

Si. No se sorprendan. Eso lo dijo Hugo Chávez anteayer, en horario favorable según paleros y babalaos, la noche del viernes 23 de julio de 2010. Histórico. Su posición más humilde desde el 11 de abril de 2002 unos seiscientos oficiales le daban coscorrones en Fuerte Tiuna mientras discutían si lo mandaban para Cuba, lo enjuiciaban o lo fusilaban, y desde que en las votaciones para la Reforma Constitucional el generalato se negó a cohonestar un desconocimiento de los resultados adversos. Como hemos dicho quienes lo conocemos, Chávez avanza mientras lo dejan, se detienes cuando un perro grande le enseña los dientes y, por supuesto entonces se agacha y se humilla en espera de una nueva ocasión.

De todos modos el caso sigue planteado. En el congelador, siempre listo para meterlo en el microondas, lo mantendrán los enemigos de Chávez, que nada más son los Estados Unidos de Norteamérica, la Unión Europea, la Santa Sede, Israel y –por aquello de Irán, Rusia, el Japón, las naciones árabes no extremistas, China y la India. Una pelusa.

Y, ¿cuál es el caso? ¿En qué consiste? En que Colombia han planteado formalmente y en los niveles más importantes, que el Gobierno de Venezuela protege a la narco-guerrilla colombiana, y como eso del narcotráfico es problema prioritario para las naciones realmente poderosas del planeta, el tema se abrirá paso en esas instancias determinantes.

Pero, ¿realmente hay pruebas? Para responder a eso habría que ir al sitio señalado por Colombia. Mientras tanto, las mayores pruebas son que Chávez no permite la investigación y que no se ha atrevido a desmentirlo directamente sino que más bien, en su declaración del viernes 23 de julio, lo ha admitido al decirle a la guerrilla que ya no se puede. ¿No se puede qué? Bueno… Eso que hemos venido haciendo, pana. Y además es obvio que Colombia se guarda lo más sólido, por si Chávez lo niega. Eso que en cualquier batalla se llama “la reserva”, la cual se lanza al combate en el momento decisivo.

Pero el narcotráfico es más una coartada moral que una razón profunda. Lo inaceptable para las naciones poderosas del planeta es la connivencia con Irán en un proyecto para destruir la civilización occidental, proyecto que esas naciones poderosas ya están de acuerdo en desmontar. En ese sentido las denuncias, cuya resonancia Chávez cometió el error de potenciar con la ruptura de relaciones, han cumplido el objetivo de colocar a Chávez en un nivel de peligrosidad mayor que el de Noriega, y debe recordarse que aquello fue suficiente para ejecutar implacable operación que al panameño lo defenestró y no pasó nada y además sigue preso.

Los venezolanos tendemos a despachar los problemas importantes con alguna salida expeditiva, con frecuencia de una comicidad inoportuna. Esos chistes con los cuales disimulamos nuestro nerviosismo, nuestro abatimiento y hasta nuestra incapacidad para analizar, decidir y actuar. A Chávez hay que sacarlo del poder porque, aunque lo parezca, todavía no ha arruinado totalmente a Venezuela ni la ha hecho conocer todas las humillaciones posibles. Falta. Y eso lo saben las personas responsables de todos los oficios y profesiones. Pero la metodología es cosa delicada. La solución panameña es la más fácil, como para un marido perezoso es mejor que otro le preñe la mujer. Se pudo presentar si Chávez no recula. ¿No iba a recular? “No nos vamos a quedar con los brazos cruzados”, dijo el portavoz del Departamento de Estado en frase cuidadosamente calculada. El resto deberemos hacerlo nosotros, para que no venga otro a preñarnos la mujer.

Fuente: El Nuevo País

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