domingo, 15 de agosto de 2010

Con pene y sin pena en un libro del filósofo Roberto Palacio

Sin pene no hay gloria


Al estilo de "Sin tetas no hay paraiso", viene Roberto Palacios a decirnos lo que su miembro le dice. Lo vi en la televisión colombiana hoy y me divertí mucho (me refiero no a su pene sino a él, por supuesto).

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El libro de Palacio


Un recorrido ameno y reflexivo por los gustos, disgustos, estados y nombres del órgano

Así reza el título de este libro escrito por el filósofo Roberto Palacio el cual, más allá de ser una oda al órgano sexual masculino, es un recorrido ameno y reflexivo por los gustos, disgustos, estados y nombres del mismo. Felación, masturbación y reflexiones como la siguiente: ¿Cuántos de los delitos sexuales tipificados en el Código Penal de Colombia se pueden cometer sin el pene? La respuesta es: prácticamente ninguno.

En los capítulos segundo y tercero del Código Penal de Colombia, donde se compendia lo grueso de los delitos sexuales, hay un crimen que es el mismo para todas las situaciones tipificadas, que van del proxenetismo hasta el abuso de menores. El delito referido, definido en el artículo 212, sostiene: Acceso carnal. Para los efectos de las conductas descritas en los capítulos anteriores, se entenderá por acceso carnal la penetración del miembro viril por vía anal, vaginal u oral, así como la penetración vaginal o anal de cualquier otra parte del cuerpo humano u otro objeto.

Al respecto, el filósofo Roberto Palacio, autor del libro Sin pene no hay gloria, dice: "Bueno, para eso se necesita un pene (o al menos una Barbie). Aunque el Código Penal Colombiano actual significó un avance ostensible en materia de legislación al considerar el delito sexual como una ofensa contra la libertad y la dignidad humana, se queda corto en otros sentidos. Cualquiera que atienda esta definición podrá constatar que el legislador presupone casi exclusivamente que quien comete los delitos sexuales es un hombre. Quizá el legislador nunca ha sido acosado por una joven efeba colombiana, con un nombre bien sugestivo como Maryoris o Yuranis, en estado de celo permanente tal que se aprende los teléfonos de todos los amigos y parientes para mandarle a uno saludos y amenazas."

Este estilo ameno y reflexivo inunda la obra de Palacio la cual, más allá de ser una oda al órgano sexual masculino, es un recorrido por los gustos, disgustos, estados y nombres del mismo.

El libro incluye inquisiciones y reflexiones en torno a la felación, por ejemplo. ¿Qué hacer con las manos durante este acto?, se pregunta el autor. E intenta responderse a sí mismo: "El sólo hecho de estar desnudo y por lo tanto no tener bolsillos, dificulta una actitud informal y despreocupada, casual. Acariciarles el pelo puede parecer lo más adecuado, aunque no es extraño que genere sentimientos de culpa ya que el pelo de las damas es suave y huele a jardín japonés en primavera mientras que a ellas les toca ocuparse del lagarto".

En su libro, Palacio también trata los estados del pene haciendo referencia a un programa de televisión español en el que "hombres de corbata, algunos de barba freudiana, pletóricos de seriedad y auscultadotes de la objetividad", hablaban sobre "las concepciones y el estado del pene en la cultura popular". El autor de Sin pene no hay gloria transcribe parte de ese discurso, según él la más aterradora: "Bueno, ante todo, se debe aclarar que en la cultura popular, el pene tiene cuatro estados: morcilludo, erecto, tieso y reventón. Uno de los más grandes mitos sexuales es que a las mujeres siempre les gusta la penetración con el pene reventón". Y en ese punto, pasa a describir cada uno de los estados mencionados.

Además, el autor repasa algunos de los nombres que ha recibido el pene en un intento de buscar el más adecuado: pipí, verga, picha, banana, mondá, chimbo. Explica anécdotas sobre el origen de cada una de estas palabras. E incluso se detiene en el término mondá. Al llamar la atención sobre la ubicuidad semántica de esta palabra, considera: "Si Lovecraft hubiera conocido el término, hubiese podido escribir: En las montañas de la mondá y Neruda en su Canción desesperada hubiera podido adoptar más bien el estribillo: todo en ti fue mondá."

Roberto Palacio nació en Bogotá en 1967 y vivió los primeros doce años de su vida en Estados Unidos. Se graduó del Colegio San Carlos de Bogotá. Palacio es filósofo de la Universidad de los Andes y tiene estudios de postgrado en las áreas de Filosofía y Etología humana de la Universidad Nacional. Durante los últimos quince años ha sido profesor en diversas universidades y habitual colaborador de las revistas El Malpensante y SoHo. Sin pene no hay gloria es su primera colección de ensayos humorísticos.



¡Oh pene inmarcesible!


NO ES URÓLOGO y, sin embargo, es uno de los hombres que más sabe sobre el pene en Colombia. Es filósofo, se llama Roberto Palacio, tiene 41 años y acaba de publicar, bajo el título de Sin pene no hay gloria (Aguilar), una colección de ensayos rigurosamente históricos pero flagrantemente desparpajados sobre "el honorable miembro". Desde las prácticas más remotas como la fellatio, hasta preocupaciones recientes como la impotencia, Palacio relata la historia de los usos del pene, de sus nombres y de sus significados. La motivación, como él expresa: "Cosificar el cuerpo del hombre como lo hemos hecho con el de la mujer".

LOS CUATRO ESTADOS DEL PENE. Morcilludo, erecto, tieso y reventón. Los puntos más interesantes son los de los extremos. Morcilludo es cuando se para blandito. Es una fuerza ciega y brutal de la naturaleza. Cuando está así es como meter un pudín en un riel. Y el otro extremo es lo que narra el escritor Stephen Vizinczey en la novela En brazos de la mujer madura, en el que cuenta que sus erecciones entre los 13 y 14 años eran tan intensas, que incluso llegaban a ser dolorosas.

LAS MANOS Y LA 'FELLATIO'. Es una de las cosas más complicadas, porque uno no tiene bolsillos. He pensado que los seres humanos deberíamos haber desarrollado una especie de marsupia para meter las manos durante el sexo oral, porque uno empeloto y sin bolsillos, es terrible. No hay una respuesta al tema: si poner las manos encima de la señora -o del señor cuando es el caso-, si ponerlas en la cadera o detrás de la cabeza. Toda posición en esa situación es inconsecuente.

LOS EMPERADORES ROMANOS. La historia más divertida es la del emperador Tiberio, quien sucedió a Augusto en los primeros años de nuestra era. Fue un tipo tan 'dañado', que cuando se retiró del ejercicio activo en Roma se trasladó a la isla de Capri, donde le dio rienda suelta a toda su lascivia. Era enfermo por el sexo oral y parece que allí consiguió una serie de niños, que llamaba sus "pececillos", tan jóvenes que no tenían dientes para que cuando él se metiera a la piscina, nadaran por debajo del agua y le practicaran felaciones. Porque una de las cosas que más les molesta a los hombres es que a la felación le metan cordal. No es agradable que dañen el cromado.

MONDÁ. Es una palabra que se puede utilizar como un sustantivo genérico, que no admite plural: la gente no dice "mondaes". Tiene un origen encantador: cuando las francesas, en el siglo XVIII, se bajaban en el puerto de Cartagena y veían a estos negros cargueros con su naturaleza totalmente desnuda y exuberante, como si una serpiente del Paraíso se hubiera asomado entre el follaje, se tapaban la boca con su abanico y exclamaban: "¡Mon Dieu!" (¡Dios mío!). Y el 'mondió', en cartagenero, ajá, se volvió 'mondá'.

VERGA. Es un término naviero. También en el siglo XVIII, la gente viajaba en barcos conocidos como bergantines, y "vergas en alto" era que estaban listos para navegar por el océano "o por tu cuerpo como por el mundo", diría el poeta Vicente Quirarte. Es una palabra horrible, de puta mascachicle o de proxeneta, pero muy interesante.

PIPÍ. Esta es una palabra onomatopéyica. Se refiere al ruido que las personas creen que hace el objeto en cuestión, que rebota, que brinca. Los niños aprenden rápidamente estas palabras -mamá, tete, papá- gracias a las sílabas que se repiten. 'Pipí' es una de las primeras y más fáciles palabras de aprender.

CHIMBO. ¡Es horrible! Es de origen paisa. Pone al pene en la misma categoría del 'pucho' y de la 'pola' y de ese tipo de cosas. Se utiliza mucho. Es una palabra de caballista paisa.

POLLA. También es uno de los términos más feos que he escuchado. No entiendo la asociación: ¿es un pollo femenino? Me imagino que la asociación tiene que ver con que los pollos nacen con el cuello pelado.

PETE. Esta palabra es usada por los chilenos, que al sexo oral le dicen "hacer el pete". Es interesante porque viene de chupar, convertida en rechupete y abreviada hasta quedar en 'pete'. Los chilenos, para referirse al mismo miembro, también utilizan una palabra que es 'pico', y curiosamente a los órganos sexuales femeninos les dicen 'placa'. Recuerdo que alguna vez un chileno invitado en mi casa nos oyó decir que había llegado "la hora del pico y placa". Le brillaron los ojos.

MAMAR GALLO. Es una expresión que la gente usa sin pensar mucho en su origen. Significa básicamente dedicarse a cosas insustanciales. Tiene una connotación sexual muy manifiesta, aunque ya no pensamos en ella de esa manera cada vez que la utilizamos. El que 'mama gallo' es el que se dedica al sexo oral y no va a lo concreto. Por eso la expresión "no he tenido hijos por andar mamando gallo" es muy acertada.

LA MUTILACIÓN. Una de las cosas más increíbles es que los seres humanos no nos aguantamos nada que se yerga. Si lo hace, hay que mutilarlo, cortarlo, talarlo. Hice una investigación a partir de medios de comunicación en los que encontré seis casos de mutilaciones: hay mujeres que le han cortado el pene al marido para dárselo al perro, persecuciones policiales por un pene o, incluso, casos de canibalismo con el pene. La mutilación del pene no es nueva, pero se ha vuelto muy común en nuestro tiempo.

LA IMPOTENCIA. Es un problema serio en todas las edades, no solo para mayores de 35 o 40 años. La erección es un tema sobre el que se ejerce una enorme presión social. Hay una cita muy bella del actor George Burns, a quien le preguntaban cómo era el sexo a los 93 años. "Mira -contestó-: es como tratar de jugar billar con una cuerda".

SIN PENE NO HAY DELITO SEXUAL. Eso es correcto. Según el artículo 212 del Código Penal colombiano, el acceso carnal violento consiste en introducir algo en el orificio de otra persona. Los especialistas en Derecho dirán que hay varias formas de hacerlo, pero siempre termina siendo el pene. También es muy simpático que existe un delito que se llama "turismo sexual", que consiste en llevar a una persona a otro lado con propósitos sexuales. ¡Si eso es un delito, todos estaríamos en la cárcel! Debería haber una cárcel en Melgar reservada para esos delincuentes.

SIN PENE NO HAY GLORIA. Es un título que aprovecha la sonoridad del libro que ha sonado tanto últimamente: Sin tetas no hay paraíso. Muchos de los momentos de gloria personal que vivimos los individuos que no somos famosos, que llevamos vidas normales, se dan en el interior de la habitación, con la puerta cerrada -o no cerrada-, pero en la intimidad de la pareja. Y para eso se necesita un pene.

CAMBIO

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