miércoles, 3 de marzo de 2010

García Velutini narra su secuestro de casi un año

En carta divulgada un mes después de su liberación, el empresario García Velutini expresa la terrible situación por la que pasó durante casi un año.

Un mes después de su liberación, el banquero Germán García Velutini narró a través de una carta la dramática experiencia que vivió durante su secuestro de casi un año, y dijo que "para evitar situaciones similares a ésta y transformar a las personas, el camino no es la represión ni la venganza".

El empresario, cuya desaparición constituyó todo un misterio, puesto que tanto los familiares como las autoridades policiales se negaron a declarar a los medios acerca de los motivos y características del rapto, se encuentra ya en buen estado de salud, tras haberse dirigido a una clínica privada, luego de llegar a su residencia.

Desde el 25 de febrero de 2009 poco o nada se supo de Germán Antonio García Velutini, miembro de la junta directiva del Banco Venezolano de Crédito, cuando fue sorprendido por un grupo comando en la entrada de la Cota Mil a la altura de San Bernardino. Según las versiones de los testigos, sujetos ataviados de flux, con el rostro cubierto y dotados de fusiles rusos AK-47, interceptaron el Mercedes Benz gris del empresario y se lo llevaron.

A continuación, la carta escrita por García Velutini:

«Al analizar que estaba secuestrado, lo primero que se me ocurrió fue dar gracias a Dios por haberme dado 54 años de vida feliz, con una familia excepcional y que, quizás, era el momento de tiempos difíciles y de sufrimiento. Que ese sufrimiento debía ofrecerlo a Dios en mi corazón y por muchas personas que, en ese instante, transitaban por situaciones más difíciles que las mías.

Pedí a nuestro Señor que me diera la fe y la fortaleza necesaria para afrontar esta nueva circunstancia de mi vida y para que también, a toda mi familia, en especial a mis hijos e hijas, les diera esa fe y fortaleza que iban a necesitar. Pedí a mis captores que me dieran una Biblia, a lo que accedieron, y a los pocos días me la entregaron.

Comencé a leer, empezando por los Evangelios, las cartas de los apóstoles, el Antiguo Testamento, y así de marzo a agosto la Palabra de Dios fue mi compañía durante muchas horas al día. Y descubrí que hablamos a Dios cuando rezamos y que oímos a Dios, que nuestro Señor nos habla, cuando aceptamos SU inspiración, cuando dejamos guiarnos por EL, cuando leemos sus palabras.

Más de una vez, asaltado por una duda o por un interrogante, y mientras pensaba, me sucedía que al día siguiente o algunos días después recibía respuesta; un pensamiento, una lectura. Así conseguía una paz que me es imposible explicar, paz que sólo se siente internamente. Y en esos momentos, una inmensa felicidad de estar con Nuestro Señor se hacía presente.

Les cito un par de ejemplos:
(1) Al comienzo del cautiverio estaba sumamente deprimido por considerarme una “mercancía”. Analicé lo humillante de un canje Persona vs. Dinero. Me preguntaba: ¿Por qué me ocurrió esto a mí, qué sentido tenía este encierro? La respuesta de Papa Dios no hizo esperar: Los secuestradores me enseñaron la noticia de la rueda de prensa de Fe y Alegría. Y me dije: Allá afuera hay gente esperando a que regrese. Tengo que sobrevivir.

En una de las cartas de San Pablo leí ese mismo día: Dios coloca a cada miembro de la iglesia en el sitio que le corresponde. Y me dije: mi sitio es ahora y aquí, rezando por mi prójimo. Desde ese momento mi vida adquirió un sentido positivo: que, aunque solo y sin hablar con nadie, podía hacer algo útil por los demás. Supe que mi oración llegaba a las personas de afuera, de ustedes, me mantenía con fuerzas.

(2) Otro momento fue a finales de agosto. Por alguna razón, me quitaron todas las lecturas, la colchoneta que tenía, y me redujeron las comidas. Pasé un par de días, muy largos, buscando cómo podía sacarle provecho a esa situación. Le pedí a Dios su ayuda. De nuevo su respuesta: Se me ocurrió, como había leído y releído tantas veces la Palabra de Dios, volverla a leer en mi mente. Pese a mi mala memoria, no sólo leí sino que analicé la razón de ser y el porqué de pasajes que recordaba, les busqué aplicación para mi vida.

Nuestro Señor me dio la memoria, me dio SU COMPAÑÍA y la compañía de Nuestra Madre Querida, la Virgen, para acompañarme día a día. Me llenó la certeza que mi vida solitaria, sin mediar palabra con nadie, tenía un sentido. Que lo importante en la vida es servir a nuestro prójimo, y que nuestra oración llega a los demás. Que sí hay una comunicación espiritual con Dios y con todos ustedes, y que esa oración es una forma de servir a los demás.

En diciembre me volvieron a dar la Biblia y, además, me regalaron una estampa de San Miguel Arcángel. Este hecho me convenció que los secuestradores también son hijos de Dios y que no nos corresponde a nosotros juzgarlos. Que, para evitar situaciones similares a ésta y transformar a las personas, el camino no es la represión ni la venganza. Que el camino es la enseñanza de la Fe y el Evangelio a niños y jóvenes. Es aceptar a Dios en nuestros corazones y llevarlo al corazón de nuestros niños y jóvenes. Es pedir a Dios que nos cuide y bendiga para que estemos completamente unidos entre nosotros y con Jesucristo, y así demostrar que a través de una Fe y Alegría podemos construir un mundo mejor.»

ORACION

En una Misa de Acción de Gracia, Germán pronunció esta oración en Fe y Alergía de La Rinconada:

Gracias a Dios, a la Virgen y a todos ustedes por un año, hoy cumplido de oración.


Oración
que realizaron por todos los secuestrados, sus familiares y amigos, mi familia y por mí.


Oración
que llegó a Dios, quien nos respondió, no solo con nuestra liberación, sino uniéndonos a todos en un sentimiento colectivo de amor y servicioque nos hace mejores seres humanos, nos acerca más a nuestro prójimo.


Pidamos
a Nuestro Señor que nos cuide y bendiga para que estemos completamente unidos entre nosotros y con Jesucristo y así demostrar que a través de una Fe con Alegría podemos construir un mundo mejor. Y les pido a ustedes permanecer en oración por todos los secuestrados, sus familiares, amigos, porque su oración llegará a los corazones de estas personas, les dará fortaleza, la esperanza que mi familia y yo recibimos, y nos mantuvo unidos con fe durante este año.


Gracias
a Dios por concederme el privilegio de poder ayudar a niños y jóvenes en su educación por intermedio de Fe y Alegría.


Y Gracias a todos ustedes por haberme recibido, aceptado y hecho un miembro más de esta Institución modelo de servicio y entrega por nuestros niños y jóvenes. Gracias!


“Si queremos un mundo de paz

y de justicia, hay que poner decididamente
la inteligencia al servicio del amor”
Antoine de Saint Exupery

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