Padrón comenzó utilizando el recurso de las preguntas:
¿Cabe imaginarse la vastedad en un rectángulo de treinta centímetros de papel? ¿
Cuántos títulos tienen el dolor o la fábula?
¿Dónde vive la voz de los poetas?
¿Se puede llevar debajo de un brazo la palabra entera de alguien inabarcable llamado Dios? ¿Puede contenerse en una mano todo el delirio de Dante Allighieri, la palabra ciega de Homero o los laberintos de Borges?
¿Cómo invocar en la sala de espera de un dentista la poética de Aristóteles o la última extravagancia de Harry Potter?
Tantos prodigios -dijo- sólo resultan admisibles a través de un episodio llamado libro.
Allí, en esa comarca, donde el alfabeto salta, se mezcla, hace cabriolas, se empina y llena lo blanco, está reunida la gran escenografía de la imaginación humana. No hay mayor templo para lo íntimo y lo monumental.
No hay otro lugar donde quepa toda nuestra fragilidad y magnitud. En esa zona de vocales y adverbios está el testimonio del paso del hombre por el universo.
El libro es la desembocadura de nuestra dimensión.
El hombre, entre sus muchos registros, es imaginación, ofuscación de palabras, aventura y léxico.
El hombre verbaliza su el mundo en los signos sobre piedra, en la luz de los papiros, en la tinta seca de las hojas. Necesita el inventario de sí mismo, de las esquirlas de su imaginación y por eso inventa el libro.
... Pero todo libro para existir demanda, exige, pide un lector. Alguien que procure el simple y poderoso ritual de abrirlo y dejarse ir en él. Alguien que se convierta en silencio y página.
Leer completo
¿Cabe imaginarse la vastedad en un rectángulo de treinta centímetros de papel? ¿
Cuántos títulos tienen el dolor o la fábula?
¿Dónde vive la voz de los poetas?
¿Se puede llevar debajo de un brazo la palabra entera de alguien inabarcable llamado Dios? ¿Puede contenerse en una mano todo el delirio de Dante Allighieri, la palabra ciega de Homero o los laberintos de Borges?
¿Cómo invocar en la sala de espera de un dentista la poética de Aristóteles o la última extravagancia de Harry Potter?
Tantos prodigios -dijo- sólo resultan admisibles a través de un episodio llamado libro.
Allí, en esa comarca, donde el alfabeto salta, se mezcla, hace cabriolas, se empina y llena lo blanco, está reunida la gran escenografía de la imaginación humana. No hay mayor templo para lo íntimo y lo monumental.
No hay otro lugar donde quepa toda nuestra fragilidad y magnitud. En esa zona de vocales y adverbios está el testimonio del paso del hombre por el universo.
El libro es la desembocadura de nuestra dimensión.
El hombre, entre sus muchos registros, es imaginación, ofuscación de palabras, aventura y léxico.
El hombre verbaliza su el mundo en los signos sobre piedra, en la luz de los papiros, en la tinta seca de las hojas. Necesita el inventario de sí mismo, de las esquirlas de su imaginación y por eso inventa el libro.
... Pero todo libro para existir demanda, exige, pide un lector. Alguien que procure el simple y poderoso ritual de abrirlo y dejarse ir en él. Alguien que se convierta en silencio y página.
Leer completo
No hay comentarios:
Publicar un comentario