martes, 17 de julio de 2012

Hay desespero en Chávez y su clan



Señales de la derrota chavista




Elides J. Rojas L

Se nota el desespero. Basta hacer el inmenso sacrificio de sanidad mental y, entonces, echarle una miradita al prócer que conduce La Hojilla, Mario Silva, para darse cuenta que sus ataques contra Capriles, con la ayudita ciega de Tibisay Lucena y su CNE revolucionario, intentan en vano, pues no pasa nada, destrozar la imagen pública y personal del candidato de la democracia




Esta vez, como en ninguna elección, es notoria la ventaja que está tomando el adversario de turno contra el eterno candidato, Henrique Capriles Radonski. 

Las señales brotan por todas partes.

Hay desespero en Chávez y su clan. Se nota el desespero. Basta hacer el inmenso sacrificio de sanidad mental y, entonces, echarle una miradita al prócer que conduce La Hojilla, Mario Silva, para darse cuenta que sus ataques contra Capriles, con la ayudita ciega de Tibisay Lucena y su CNE revolucionario, intentan en vano, pues no pasa nada, destrozar la imagen pública y personal del candidato de la democracia. Aquello es bestial. El enano moral de VTV va soltando cochinadas en sucesión con la seguridad que otorga el saberse cómplice de Chávez y protegido del régimen y sus poderes públicos. El que llaman Pérez Pirela, digno sucesor de otra morisqueta ética, el bachiller Nolia, también se despepita en dardos, calumnias y falsedades de cualquier tipo contra el fantasma que los atormenta, Capriles Radonski.

Muy raro que estos dos zorrillos de la televisión gobiernera, propiedad de Chávez, no le paren a su amo, el antes caballo desbocao ahora conocido como búfalo echao, quien dice a cada rato que Capriles es la nada, que no es nada ni nadie. Que por ser la nada ni siquiera vale la pena debatir con él o hablar de él. El mismo comandantepresidente no para de hablar de Capriles, siempre en el mismo tono que sus discípulos Mario Silva y Pérez Pirela. Ese es el debate de ideas que hay dentro de esos cerebros, pero se delatan. Están contando hacia atrás y cuando se imaginan sin los cambures que los están haciendo ricos, viene la tembladera de pantorrillas.

La campaña de Capriles, movida y directa en casas, poblados, caseríos: de contacto en barrios y callejones de todo el país, también tiene sus efectos sobre las neuronas de los soberbios de Miraflores y sus amigos vividores, los cubanos. Tratan de impedir los movimientos del rival y hasta sabotean sus visitas a barrios. Eso es miedo.

Capriles le habla a los militares, rápidamente Chávez se muda prácticamente para los cuarteles. Horas y horas de cadena con los muy robustos generales a sus costados, llenos de perolitos en el pecho y aplausos interesados. Saben los militares que con Capriles, como se los dijo, recuperarán la dignidad y serán vistos otra vez con el respeto profesional que merecen, no como un sector represivo, de perros guardianes y acusados de todo tipo de delitos aquí y en todo el mundo. 

Como chavismo es corrupción e incapacidad, cada vez que Chávez, en medio de su desespero dice como si fuera el amo de tanto egresado universitario, que los militares son chavistas, los mete en el mismo saco de pudrición que tiene al país en manos de los cubanos haciendo la gran fiesta con los dólares del petróleo. Se sabe, como en todo, que hay excepciones. Pero Chávez, militar y en medio de un gobierno militarista, los raya. Como cuando cayó Pérez Jiménez, pasará igual. Volverán a ser dignos y respetables y nunca más ocurrirá una aberración como esta del chavismo entregando el país y sus militares a los cubanos.

Ventajismo, cadenas. Plata a montones, amenazas a los empleados públicos, un CNE amenazante y perseguidor, cuñas allá y aquí, quitan los afiches de Capriles, inventan encuestas, pagan a líderes de opinión para que se muden a VTV a adular al comandante, Chávez busca a los curas y se disfraza de corderito y, además, usa fotos de cuando era joven y sano en su propaganda. Toda una farsa. Eso es desespero y cara de derrota.

Se nota. En octubre esto comenzará a cambiar.

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