La trampa del chequeo constante del email depende de muchos factores pero pueden citarse las siguientes razones (a algunas o todas ellas a la vez) que cita Berto Pena en su blog:
Porque creemos que el mejor profesional y el más capacitado directivo es el que responde antes y más rápido a cualquier mensaje que le envían.
Porque creemos que nuestro trabajo tendrá más calidad y ofrecerá más resultados si estamos permanentemente conectados y disponibles para cualquiera que nos envíe algo.
Porque creemos que cayendo la frenética actividad del Email estamos siendo más productivos. Que abriendo, moviendo, haciendo clics y tecleando mensajes cumplimos con nuestro trabajo.
Porque creemos que nuestro trabajo diario, nuestros objetivos y el resultado de nuestro esfuerzo dependen del próximo mensaje que alguien está a punto de enviarnos.
Porque creemos que abrir y responder rápidamente proyecta al exterior (a mi jefe, mis compañeros, clientes…) una mejor imagen de nosotros. Cuanto más rápido respondas a tu Email mejor opinión tendrán de ti.
¿Qué consecuencias tiene?
Muchas. Muy serias y muy graves, si es que (claro) te tomas en serio la gestión de tu tiempo, el rendimiento en tu trabajo, los resultados de tu esfuerzo y hasta tu tiempo de ocio y descanso personal. Si no, no tiene ninguna consecuencia negativa; es muy divertido, adictivo y te ayuda a mejorar tu técnica mecanográfica.
Habría que hacer una serie de artículos para recoger todas las negativas consecuencias pero sólo voy a apuntar una, la más importante:
Interrupciones.
Abrir cada dos por tres tu Email, dejar lo que estabas haciendo y ponerte a escribir emails, supone una gravísima interrupción para tu trabajo. Y se repite una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez…
El problema de las interrupciones es que restan intensidad y calidad a tu trabajo y te roban mucho tiempo. Volver sobre una tarea que dejaste a medias y retomarla implica cometer errores y gastar un tiempo extra que necesitas para otra cosa.
Cuando una interrupción es puntual y no está en nuestra mano evitarla, no hay tampoco que caer en la alarma. Cuando es repetida y constante (el chequeo del Email lo es), y además es deliberada y provocada por nosotros mismos (el chequeo del Email lo es), deberíamos tomárnosla en serio.
Este post es un fragmento. Lee el artículo completo en ThinkWasabi
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