Estuve leyendo esta tarde una interesante nota publicada en el diario El País sobre Decision Points, las memorias de Bush. Indica que estas memorias no contienen ninguna noticia.
No hay nada nuevo sobre las armas de destrucción masiva que nunca existieron y abrieron la puerta a la guerra de Irak. Tampoco es para parar máquinas el hecho de que el controvertido Dick Cheney ofreciera dejar su cargo en 2004, al fin y al cabo es una formalidad que todos los vicepresidentes cumplen casi de oficio.
"Nadie pudo sentirse más furioso que yo cuando supe que no existían las armas de destrucción masiva. Me ponía malo y todavía me pone cada vez que lo pienso", escribe el ex líder, hoy retirado en su casa de Dallas y que abandonó la presidencia con sus índices de aprobación en cifras del 20%. No puede ser más cínico.
Dicen los expertos que sólo hay dos memorias presidenciales en las que merezca la pena bucear a fondo. Personal Memoirs (1885-86), de Ulysses S. Grant, y los dos volúmenes de Harry S. Truman Year of Decisions (1955) y Years of Trial and Hope (1956). Las de Bush son genéricas y casi aburridas y en ocasiones se puede escuchar al hombre jocoso y desenfadado que llegó a la Casa Blanca en 2000 tras una decisión del Tribunal Supremo sobre un puñado de votos.
El ex presidente se encuentra ahora embarcado en un periodo de dos meses de promoción de su libro, antesala de la rehabilitación política que el Partido Republicano planea para Bush si quiere tener posibilidades en 2012.
Habitualmente callado y ajeno a los focos -los expertos dijeron cuando abandonó el poder que quizá era uno de los pocos mandatarios a los que se notaba con deseo de quitarse el traje de presidente-, Bush vive estos días un revival televisivo con entrevistas en NBC o el programa de la archifamosa Oprah Winfrey.
Guantánamo no lo avergüenza
En Decision Points asegura que la información obtenida en Guantánamo de los presos mediante tortura o "técnicas de interrogación avanzadas" (*), en sus propias palabras, ayudaron a evitar ataques terroristas y salvar vidas. "No hay duda de que el procedimiento era duro, pero expertos médicos aseguraron a la CIA que no producía daños permanentes", escribe Bush en sus memorias.
"El método es duro pero la CIA aseguró que no producía daños permanentes", justifica Bush.
Bush insiste en que es un tipo "sencillo y honesto", quizá equivocado en algunas de sus actuaciones como presidente, pero "cálido, entrañable y extraordinariamente humano" y enfatiza que será la Historia la encargada de juzgarle.
A lo largo de 497 eternas páginas, el 43º presidente de EEUU justifica la tortura y asegura que ayuda a salvar vidas. "El método es duro pero la CIA aseguró que no producía daños permanentes", argumenta-
También asegura en el libro haber discutido con su equipo de seguridad nacional la posibilidad de un ataque -a petición de Israel- de una supuesta instalación nuclear siria, Bush defiende los temas más criticados de su gestión -Irak, Afganistán, el huracán Katrina, la debacle de Wall Street y la tortura en Guantánamo- y se presenta como un hombre honesto y sencillo, quizá equivocado en algunas de sus actuaciones como presidente pero "cálido, entrañable y extraordinariamente humano".
EL PAÍS(*) Una de esas técnicas justificada por Bush es el tristemente conocido waterboarding, técnica que simula el ahogamiento del detenido.