Los problemas de este siglo que acaba de empezar ciertamente no se solucionarán con fuerza bruta, y tampoco es cierto que necesitemos más recursos para paliar las crisis energéticas, ambientales, de sanidad o de cualquier otra índole. Lo que hace falta es más conocimiento.
Además, también es divertido (foto: David Elfstrom – Art of Physics Competition).
La utilización de herramientas no nos define como especie. Hace años que sabemos que los chimpancés o los cuervos pueden fabricar sus propias herramientas para obtener sus alimentos y no nos sorprenderíamos al descubrir más animales que tengan la misma habilidad. Sin embargo, lo que nos caracteriza es una diferencia cualitativa en el empleo de la tecnología y del conocimiento.
Si bien también compartimos con otros animales la habilidad de tener cultura, la nuestra se distingue por el “efecto trinquete”, es decir, no cabe la marcha atrás ni el olvido y todo nuestro conocimiento es acumulado y se construye sobre las innovaciones de todos los que nos precedieron.
El avance tecnológico de la humanidad ha sido tal que entrevemos un futuro en el que la tecnología se fusionará con la biología modificando nuestra propia naturaleza dando lugar –esta vez sí– a una diferencia cualitativa con el resto de los seres vivos.
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