
 
2. Porque si sigues a los emisores adecuados, sabrás hoy lo  que el lector de un periódico de papel va a leer mañana; sabrás  ahora lo que el lector de un periódico digital va a leer luego.
 
3. Porque pone a tu alcance instantáneamente lo que está  pasando en el mundo (‘trending topics’, lo más tuiteado por  países e incluso ciudades), constituye un magnífico indicador de los  temas que logran (aunque no siempre merezcan) atención. Es el  nuevo paradigma del ‘breaking news’. Hace varios días que se  repiten los términos “#Egypt”, “#25Jan”, “Mubarak” y “Cairo”.
 
4. Porque es un anticipo del cambio social que está  produciéndose como consecuencia del uso masivo de nuevas  tecnologías. Algunas dictaduras están desguazándose (mira hacia el Sur) y  otras comienzan a agrietarse; por su parte, la democracia representativa ve cuestionada su legitimidad  por una incipiente democracia asamblearia que, como argumenta Juan Luis  Cebrián, no ha de ser necesariamente mejor. 
 
5. Porque supera a las fuentes oficiales (que  también se han instalado en Twitter, fíjate en @desdelamoncloa), elude  controles y filtros, burla la censura (lee a @yoanisanchez  desde Cuba). La única forma conocida de domarlo es matarlo, desconectar  Internet a lo Mubarak. 
 
6. Porque las fuentes que necesitas están ahí, y  casi todas las que no están acabarán estándolo. La agenda ya es  mucho más compleja y cambiante que un listado de teléfonos. La  persona clave en un tema que acaba de surgir puede tuitear o ser citada  en un tuiteo.
 
7. Porque es un espacio donde están produciéndose debates  cruciales que conciernen a cualquier ciudadano. Aún colea el de la célebre Ley Sinde, en el que ha tenido  un papel protagonista Álex de la Iglesia  (@AlexdelaIglesia). Internet  dejó de ser una gran biblioteca para convertirse en una gran  conversación. Twitter es ahora el foro por  antonomasia. 
 
8. Porque permite seguir de cerca a reputados expertos  (en Comunicación y otras muchas materias, la mayoría de ellos con blog)  cuyas aportaciones se renuevan con mucha más rapidez que los ensayos (y  que los propios blogs). Para acceder a sus enseñanzas antes teníamos  que acudir a la biblioteca o, en el mejor de los casos, desplazarnos a  congresos, cursos, seminarios… Ahora podemos aprender de ellos gracias a  sus tuiteos, en los que cuentan, entre otras cosas, lo que leen. En  España, la principal referencia es José Luis Orihuela (@jlori).
 
9. Porque tuitear es un magnífico ejercicio para aprender a  redactar y titular: supone un completo entrenamiento de  síntesis (140 caracteres/post), velocidad, reflejos, criterio... En mis  clases de Redacción II hacemos prácticas de retransmisión vía Twitter  con resultados satisfactorios.
 
10. Porque esto se mueve muy rápido. El periodismo  analógico está en peligro de extinción: cuanto más tardes en  alfabetizarte digitalmente más dura será tu adaptación al lenguaje de  Internet, al entorno global, a la lógica del ‘todos a todos’ (en  sustitución del ‘uno a todos’), al paradigma del ‘breaking news’. Si  no te integras, quedarás excluido.
 
Pero Twitter (y los sucedáneos que se impongan) no puede ni debe  sustituirte. Supone acceder a un enorme caudal de información en  bruto que luego tú tendrás que interpretar y valorar para elaborar el  producto final, lo que llegará a tu receptor masticado y  semidigerido. Twitter no es periodismo. Periodismo es lo que tú  harás usando Twitter. La herramienta es asombrosa, pero no es  el fin, sino el medio; es parte del proceso de fabricación, no el  producto.
 
Toni Piqué lo explica así (incluyendo en su reflexión a  Quora): “Publicar no es periodismo. Los datos no son periodismo. El  algoritmo no es periodismo. La participación no es periodismo. Un  hashtag con millones de entradas no es periodismo. Las preguntas sin  resolver –con ninguna respuesta o con mil respuestas–, tampoco. Ni  siquiera clasificar hechos, opiniones, datos. Periodismo es,  sobre todo, edición. Mucha edición. Los medios son, sobre todas las  cosas, máquinas de editar”.
TALLER DE PRENSA