El cantautor brasileño Roberto Carlos fue aclamado por la multitud en el sambódromo de Río de Janeiro al desfilar con la escuela de samba Beija Flor en una jornada que en algunos momentos fue deslucida por un aguacero.
Beija Flor, una de las favoritas al título del carnaval de este año, presentó el tema La simplicidad de un rey, en homenaje al cantante, que en abril próximo cumplirá 70 años y que en la madrugada de ayer estuvo en la última carroza de la escuela, la que puso fin a las dos jornadas de desfiles.
La escuela repasó la infancia del artista en su natal Cachoeiro Itapemirim, sus comienzos en el mundo musical con coreografías de Joven guardia y éxitos como Amada amante, Cóncavo y convexo y Lady Laura, en un desfile en el que también participaron su socio, el compositor Erasmo Carlos, y personajes de la farándula brasileña.
Pese a sus poses de divo, chocantes para algunos (como la reciente visita a Viña del Mar en la que impidió que su show fuera transmitido fuera de Latinoamérica), Roberto Carlos goza de aceptación en su país natal.
El brasileño es conocido por su creencia en Jesucristo, algo que se contradice mucho por sus actitudes excéntricas, que más bien demuestran poca o nula humildad. Entre ellas constan las peticiones de dos puertas en la misma habitación (porque, según él, no puede salir por la misma que entró), exigir que las manijas de las puertas deben estar recubiertas por un aluminio especial o hablar solo con las personas que él escoge.
No obstante, el intérprete de Amigo y Un millón de amigos, se paseó en una carroza que tenía una estatua gigante con la imagen de Jesucristo.
Una apoteosis parecida experimentó la escuela de samba Académicos de Salgueiro, con su desfile Río en el cine.
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